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lunes, 28 de junio de 2010

Túneles y chilenas en África (15)

BAILE MUNDIAL
Por Diego Alonso Sánchez Sánchez
Hoy comprendí porque uno de mis grandes sueños es conocer Río de Janeiro. Y no París, ni Venecia, ni Roma, ni Hamburgo. Y entendí por qué jamás me ha desvelado el sueño americano. Es por el fútbol, más exactamente por la selección brasilera; verla jugar con el arte que lo hizo ante Chile seduce, provoca y atrae cual garota sensual en carnaval.

Creo que un viaje a Brasil se justificaría sólo por el hecho de ver el talento silvestre de esos niños que hacen malabares en las playas de Ia más grande nación suramericana. Verdadera música con el balón como la que interpretaron Robinho, Ramírez, kaká, Luis Fabiano y toda esa banda verde-amarela, con partituras que parecen creadas por la grandiosa imaginación de Toquinho e interpretadas con la maravillosa voz de Roberto Carlos.

En los tres primeros partidos los brasileros ya habían mostrado destellos de su Samba maravillosa, pero frente a los australes el baile fue completo. Quizás no se trató del fútbol romántico de décadas anteriores, que era una interpretación “redonda” de los mejores boleros de Miltinho, pero sí aparecieron los pases profundos y perfectos, como las letras de Chico Buarque.

Fue cuestión de tiempo, de calentar la primera media hora para luego menearse a placer, al mejor estilo rítmico de las canciones de Nelson Ned. Después vino el concierto completo, la serenata que terminó con las aspiraciones de un conjunto austral que se equivocó al pensar que la tercera era la vencida.

No. Con esta selección brasilera de Sudáfrica no hay oportunidad, si tratas de seguirle el ritmo, te hace dar vueltas detrás del balón hasta marearte y tirarte al piso. Y si tratas de imponerle el paso te cambia la canción hasta hacerte equivocar para pisotearte. Porque, en el fútbol, no dejar bailar al otro es también imponerle tu gusto musical.

Y como a nadie pueden quitarle lo balilao, creo que la Samba será la melodía de fondo en la gran final. Obviamente que, para lograrlo, deberá primero imponerse a ritmos como el vals o el tango, quizás el pasodoble. Pero cuando uno tiene una orquesta como Brasil es muy fácil pensar en erigirse como el rey de la fiesta por sexta ocasión.

En fin, espero y quiero disfrutar del jogo bonitode Brasil, así no sea en Río de Janeiro sino en Johannesburgo.

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