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sábado, 7 de agosto de 2010

Laberinto deportivo (2)

DE SUR A CENTRO, COLOMBIA SIN NORTE POLÌTICO PARA EL DEPORTE
Por Jhon Jaime Osorio

Pasó desapercibido para los medios. La gente ni cuenta se dio. Nadie dijo nada. Esta vez no hubo largos discursos políticos reclamando la victoria. Nadie hizo bailes y tampoco hubo carros de bomberos. Los deportistas llegaron sin desfiles, sin pólvora y sin banda marcial. Ni siquiera el nuevo director de Coldeportes o la nueva ministra de cultura tocaron el tema en sus entrevistas después de ser nombrados. Colombia ocupó el honroso tercer lugar de los XXI Juegos Centroamericanos y del Caribe; se subió al podio en Mayagüez; obtuvo la mayor cantidad de medallas en la historia de este evento; y el país ni cuenta se dio.

A Colombia no le sirven sino primeros lugares. Ahí sí hacemos la fiesta; ahí sí nos ponemos la camiseta de Colombia campeón; ahí sí los políticos hablan del deporte. La dimensión de lo logrado no se ha entendido, ni se entenderá. Nuevamente la delegación nacional dominó a su antojo disciplinas en las que se había lucido en los Suramericanos de Medellín, como el patinaje de carreras, el levantamiento de pesas, el patinaje artístico, el bolo y el esquí náutico. Esta vez, incluso, ganó el polo acuático masculino; que fue a Puerto Rico con el apoyo de Indeportes Antioquia, porque el presupuesto aprobado por el gobierno nacional no alcanzó para los deportes de conjunto. Colombia fue tercero y solo participó en 23 disciplinas deportivas; en los Suramericanos, en Medellín, la presencia colombiana fue en los 41 deportes.

Colombia consiguió medallas en 21 de los 23 deportes que llevó a Puerto Rico. De Medellín a Mayagüez, Colombia mejoró sus marcas en natación y logró cuatro medallas de oro con Omar Pinzón, el Taekwondo hizo historia consiguiendo sus primeros dos oros centroamericanos y en gimnasia volvió a demostrar que Jorge Hugo Giraldo es el mejor del continente.

Está bien que seamos un país subdesarrollado, es una realidad. Pero que se nos note tanto en el deporte no hay derecho. ¿Dónde están los recursos del deporte? ¿Por qué el presupuesto para las medallas depende de lo que la Ministra de Cultura considere adecuado y no de lo que los metodólogos del deporte consideren?, ¿Por qué hacemos un proyecto a Londres 2012, y después de superar el primer escalón, los Suramericanos, toca reversar varios procesos porque la Ministra no tiene presupuesto? Venezuela también es subdesarrollado, así Chávez diga lo contrario, y cuenta con un Ministerio del Deporte y con unos recursos que garantizan el trabajo en la alta competencia. Y eso que sus resultados no son tan buenos como los nuestros.

México llevó a los Centroamericanos 708 deportistas y ganó los Juegos. Venezuela llevó 597, una cifra similar a la que trajo a Medellín hace dos meses, y fue segundo. Colombia, con la tercera parte del presupuesto solicitado, apenas pudo llevar 249 deportistas, la tercera parte de lo que tuvo en los Juegos Suramericanos en casa, y llegó a 100 medallas doradas. Como quien dice, los nuestros, proporcionalmente al número de deportistas inscritos, ganaron más medallas de oro que cualquier otro país. Pero ese no era el proyecto. Ser tercero, con la ausencia de Cuba, potencia del área; con los antecedentes recientes de los Juegos en Medellín y con el nivel actual de los deportistas colombianos, no era el objetivo.

Una vez más, Colombia fue grande en el deporte. Con poco, ganó mucho. Ojalá a la nueva Ministra de Cultura le quepa en su cabeza que el deporte es una de manifestaciones culturales más importantes de una nación. Y sobre todo, que para lograr medallas no es suficiente con aplausos y con discursos, como pensaba la enhorabuena saliente ex ministra Moreno.

jueves, 5 de agosto de 2010

La pelota criolla (3)

VERDE OPACO
Por Jhon Jaime Osorio

El Nacional del sábado pasado en la Liga Postobón y el del miércoles en la Copa Postobón me hicieron recordar de inmediato el Italia de Sudáfrica 2010: una gran expectativa creada en torno al equipo y de fútbol, nada. Decepción total.

Del Nacional de la Liga, el primer equipo, muy poquito para destacar. Ante el Cali fue un equipo plano, sin variantes ofensivas, sin gol y sobre todo, sin actitud. Ya son seis los torneos profesionales consecutivos en los que el equipo verdolaga comienza con un mal paso su presencia en el torneo. Empezar perdiendo ya se le volvió norma a los jugadores del club, in importar que cada semestre lleguen dos o tres caras nuevas.

Del Nacional de la Copa Postobón, el segundo equipo, se destaca su clasificación, pues pasó como primero del grupo; pero nada más. Valdría la pena preguntarse si alguno de sus fieles seguidores (de los que ven el partido, porque hay otros fieles que se dedican a otras cosas menos al fútbol) tiene en su cabeza algún partido brillante, especial, bueno, al menos un juego de su equipo en esta Copa, que no haya sido discreto.

Sin lugar a dudas, Atlético Nacional tiene nombre, es una institución con prestigio y su marca es reconocida en todo el continente. Esta construcción de imagen y marca obedece, en gran medida, a su gran historial deportivo en los años 80 y 90, y a su filosofía de puros criollos, que le dio base al proceso exitoso de la Selección Colombia de mayores de aquella época. Ambas cosas, la filosofía y el proceso de selección, terminaron abruptamente; pero la imagen prevaleció.

El problema ahora es que en términos de mercadeo, el Nacional de hoy tiene una imagen muy superior al producto que ofrece. O dicho de otra forma, el equipo verde que hoy sale a la cancha es inferior a la construcción histórica que hizo el club. Eso es evidente y también, preocupante. Las acciones por mejorar el producto, particularmente las contrataciones, son erráticas, no ahora, sino hace mucho rato. Además, el trabajo por administrar la imagen no se ve.

Más que los resultados, que pueden llegar a darse; por encima de las contrataciones, que pueden llegar a encajar; lejos de las dificultades económicas que se pueda tener el club, el problema de Nacional es gravísimo: la imagen, la reputación construida, se está diluyendo día a día, lentamente, poco a poco. Si se pierde la imagen, se pierde el capital intangible. Dentro de algún tiempo, sólo quedarán los extractos bancarios, que entre otras cosas, no están boyantes.

La bolita mágica (4)

LAS BOLAS FEMENINAS
Por Diego Alonso Sánchez Sánchez
No quiero montarme en el bus de la victoria como hacen decenas de seudo periodistas de este país, pero sí quiero destacar la excelente labor cumplida por las niñas de la selección juvenil de Colombia en el campeonato mundial de Alemania. Incluso, me atreveré a exponer algunas razones que explican porque las mujeres sí pueden y los hombres no.

Lo primero es que las mujeres son mucho más profesionales. A los 18 años, los hombres sólo están pensando en las delicias de la noche, en los amigos de la esquina, en la cervecita o en comprar un carro para instalarle un equipo de sonido poderoso con el cual llamar la atención de todos los del barrio (Así lo hizo un reconocido futbolista antioqueño, quien se gastó su primer sueldo como profesional en la adquisición de 80 CD de toda clase de música). Por el contrario, las mujeres piensan más en cuidarse, en descansar después de un entrenamiento, en pasar tiempo con su familia; son más capaces de concentrarse en lo que realmente las puede beneficiar como deportistas.

En segundo lugar está el trabajo en equipo. Es difícil de comprender pero las mujeres, famosas por las zancadillas que se ponen mutuamente en los ámbitos laborales y por trasladar a ellos los rencores y las desempatías personales, en el campo deportivo trabajan sin problemas; son disciplinadas, ordenadas y se sacrifican por el equipo. Saben reconocer y respetar un liderazgo, o ser líderes cuando las circunstancias así lo exigen.

Además, las mujeres no se arrugan por miedo ni se echan para atrás para perjudicar al técnico. Son conscientes de que lo que hagan ellas será aquello por lo cual las juzgue la historia. Y como tienen metas claras que trascienden las simples ganas de conseguir plata y darle una casita a la “cucha”, piensan en el futuro a largo plazo y trabajan unidas por él.

Finalmente, las féminas saben que la fama se alcanza con solo quitarse la ropa, simplemente con posar desnuda para cualquier vulgar revista. Mientras que la gloria escasamente es posible arañarla después de buscarla por largos años, de perseguirla en forma incansable y denodada.

Pregunta: ¿dónde es que tiene las bolas las mujeres? En la calle, trabajando…

domingo, 1 de agosto de 2010

La bolita mágica (3)

FÚTBOL ESCATOLÓGICO
Por Diego Alonso Sánchez Sánchez
Confieso que nunca me ha gustado como arquero Agustín Julio, ni siquiera cuando fue figura de la selección Colombia. Y la razón fundamental es que siempre me ha parecido que Julio es el principal payaso del circo en el que se ha convertido el fútbol de nuestro país. Para la muestra un botón, lo último que hizo en el partido frente al Tuluá, “la tapa del congolo”, como diría cualquier sardino de hoy.

Según me contaron, porque no veo un partido del Santafé para no tener que aguantarme las payasadas de Julio, dizque el arquero hizo parar durante cuatro minutos el encuentro frente al Tuluá para ir al baño porque tenía una necesidad urgente. Ahí está pintado el cartagenero, primero se tira al suelo fingiendo una falta, después va a buscar el balón que está más lejos de la cancha o lo ubica tres y cuatro veces antes de patearlo, y ahora sale con una cagada para quemar tiempo.

No sé si en verdad tenía problemas estomacales o se los inventó pero sí me parece que lo sucedido es evidencia de lo folclóricos que somos los colombianos, hasta para la práctica de un deporte como el fútbol. Si estaba enfermo, pues tenía que irse del partido y punto, y así lo debió ordenar el juez del encuentro. Una cosa es fingir una lesión en la cancha y otra muy diferente es abandonar el terreno de juego para ir al baño. Qué vergüenza.

Claro que Agustín no es el único payaso del circo. En su gran mayoría, los jugadores de los equipos colombianos viven fingiendo faltas y tratando de engañar a los jueces para que les piten faltas inexistentes. Es costumbre, en cualquier partido del rentado colombiano, ver jugadores que se tiran en el área sin que nadie los toque, o simular codazos y patadas, o revolcarse en el suelo apenas medio sienten la presencia de uno de sus rivales en la espalda, al mejor estilo de protagonistas de novela. Podría decirse que de esa lista no se escapa nadie, ni jugadores de la talla de los dos Giovannis, Moreno y Hernández, ni delanteros como Palmira Salazar, Felipe Pardo, Carlos Rentería…

El problema es que no se han dado cuenta de que ellos mismos están acabando con el espectáculo y, de paso, con su propia estabilidad económica. Las tres primeras fechas del campeonato han mostrado una notable disminución de la asistencia a los estadios, y aunque esa es la constante de los últimos años en Colombia, contra lo que algunos creen, estoy convencido de que muchos hinchas se han alejado de las tribunas no sólo por la precaria situación económica, porque los transmiten por televisión o por las denominadas barras bravas, sino además por la pobreza del espectáculo. Porque es más el tiempo que los jugadores se la pasan tirados en el suelo fingiendo cualquier cosa, o alegando con los pusilánimes árbitros, que tratando de jugar en serio al fútbol.

Así es que no nos extrañe si, en medio de estadios vacíos en los que se destaque sólo la presencia de policías y periodistas, de ahora en adelante comiencen a aparecer en medio de los partidos de la Liga Postobón todo tipo de diarreas, vómitos, mareos, meadas atrancadas o dolores en el pelo. Parece ser que en el fútbol colombiano, como en la guerra o el amor, todo se vale. ¡Qué cagada!