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viernes, 11 de junio de 2010

El mundial desde la casa (1)

EL MUNDO ENTERO ENTENDIÓ QUE “ESTO ES ÁFRICA”
Por Jhon Jaime Osorio

El retumbar de los tambores y el estrepitoso sonido de la “vuvucelas” se quedará en la memoria de todos quienes esta mañana madrugamos a ver en la pantalla la ceremonia inaugural de la XIX Copa del Mundo de fútbol. Música, tribus, color, trajes tradicionales, baile, alegría y tambores fue lo que quisieron mostrarle al mundo los africanos aprovechando la atención que genera el principal evento del deporte rey.

El sinfín de danzas que pudimos disfrutar en una la breve, sencilla pero simbólica ceremonia nos permitió acercarnos a la tradición cultural de la llamada cuna de la humanidad, que supo recuperar sin objeción el concepto de que lo simple también puede ser espectacular. Coreografías simples y artistas locales fueron más que suficiente para que el continente más olvidado del planeta hiciera gala ante todo el mundo de su autenticidad.

Los sudafricanos se mostraron como son ellos y quedaron muy bien ante el mundo. Acudieron a la tecnología solo para mostrar la variada y salvaje naturaleza que tienen y obviamente que no podían meter dentro del estadio y para evocar la ausencia obligada del líder antiapartheid y primer presidente de la Sudáfrica Democrática, Nelson Mandela.

Gracias a la ceremonia de hoy, pudimos escuchar el talento de cantantes negros como Thandiswa Mazwai, Femi Kutim y el argelino Khaled, entre otros; recordar la simbología del escarabajo pelotero egipcio; y entender que la forma del Soccer Stadium no es caprichosa sino que imita el típico bol africano, la caldera que es el utensilio básico de la cocina en este continente.

Telones, telas, cueros y maderos fueron suficientes para dejar una gran imagen ante el mundo, para recuperar el orgullo de África. Un sobrevuelo de aviones militares se robó la atención al tiempo que entraba un completo equipo logístico a retirar la lona protectora y a dar paso a la esencia de todo evento deportivo, el juego.

La inauguración de hoy no tuvo un costo ni de 4, ni de 5 ni de 6 millones de dólares, no dañó la grama del estadio y no distorsionó la imagen que el mundo tiene del continente negro; por el contario, la puso en todo lo alto.

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