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domingo, 11 de julio de 2010

Túneles y chilenas en África (24)

FÚTBOL PARA EL POETA
Pro Diego Alonso Sánchez Sánchez

El gran poeta uruguayo Eduardo Galeano, amante inconmensurable del fútbol, había manifestado en una entrevista reciente que esperaba de Sudáfrica 2010 una fiesta para los ojos. Y bueno, tal vez en esta Copa del Mundo no se vio el mejor fútbol de la historia, pero sí creo que la selección de su país deleitó al maestro con su oficio, esfuerzo y seriedad.

Uruguay vendió cara su derrota y demostró, una vez más, que en el fútbol como en cualquier campo de la vida las ganas y el amor propio son indiscutibles factores de éxito. Por eso el cuarto lugar alcanzado por los charrúas en Sudáfrica 2010 debe ser considerado como el inmenso triunfo de una nación que, con apenas 3 millones y medio de habitantes, produce por montones futbolistas para la élite mundial.

Lo de los charrúas es encomiable desde todo punto de vista. Primero, porque nadie daba nada por una selección que clasificó por repechaje; segundo porque les correspondió un grupo en el que los llamados a liderar eran Francia como uno de los encopetados de Europa, Sudáfrica como anfitrión, y Méjico como potencia de Centroamérica y con una de las ligas más competitivas de América

Pero los uruguayos, fieles a su filosofía de vida y de juego, no se acobardaron y enfrentaron todos y cada uno de los juegos con orden, disciplina y entusiasmo. De esa forma, en el camino quedaron Francia y Sudáfrica en primera ronda, Corea del Sur en segunda y Ghana en octavos de final. Y si bien perdió sus dos últimos compromisos frente a Holanda y Alemania, los dos marcadores idénticos (2 X 3), muestran que no fue fácil para ninguno de los dos gigantes europeos derrotar a los dirigidos por Tabárez.

La fórmula uruguaya es simple: a sus condiciones físicas y futbolísticas les adicionan la fuerza testicular, aquella que los argentinos llaman “huevos” y que se traduce en luchar hasta el último minuto, no dar ningún valor por perdido y, algo destacable, no sentirse inferior a ningún contrario, así éste se gane uno o dos millones de dólares más cada mes.

Esa misma fórmula es la que hace que Uruguay sea uno de los países del mundo en cuanto a exportación de futbolistas, pese al poco número de habitantes que posee, en relación con naciones como Brasil y la misma Argentina. Los futbolistas uruguayos brillan tanto en las ligas europeas como en la mejicana, en la argentina o en cualquiera de los campeonatos de Centro y Suramérica.

Ojalá todas las selecciones suramericanas aprendieran la lección que les ha dejado el conjunto uruguayo. Ojalá todas llegaran con humildad y amor propio; qué bueno sería que los jugadores llegaran a cualquier competición pensando más en la gloria para su país que en engordar su cuenta bancaria personal. Así no les pasaría lo de Ronaldiño en el mundial de 2006, que se gastaba más tiempo con sus patrocinadores que en las canchas, y por eso no fue invitado a Sudáfrica 2010.

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