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domingo, 4 de julio de 2010

El mundial desde la casa (23)

 A DIEGO LE FALTÓ ESCUELA; A ARGENTINA, HUMILDAD
Por Jhon Jaime Osorio

Parece que no hubieran eliminado a Argentina, sino a Maradona. Hasta para eso, Diego le sirvió a la prensa, a la crítica, a la FIFA y al mundo. Ilusionó a todo un país; a casi todo un continente, pero con la misma facilidad con que marcaba goles magistrales nos desencantó. El mundo entero le cayó porque Alemania le pasó por encima, eso se sabía que iba a pasar; muchas son las voces hoy en su contra, las críticas. Lo cierto es que ante Alemania su equipo se desdibujó, fue muy poco lo que pudo hacer. Maradona no tuvo que empelotarse en el Obelisco porque Alemania le desnudó todo su equipo.

Alemania ganó con categoría, con jerarquía, con goleada. Fue una aplanadora. El gol tempranero de Mueller pesó como una lápida; y aunque es una circunstancia del juego, Argentina no lo pudo asimilar; le tocó empezar el partido perdiendo, hecho que no le había ocurrido en el mundial, demostró que no sabe remontar y se derrumbó como un castillo de naipes. Los albicelestes no tuvieron el poderío en ataque de los partidos anteriores; otra vez el equipo lució sin orden táctico, lo que es culpa de su técnico, tampoco tuvo disciplina, lo que es culpa de los jugadores. Las estrellas que brillaron ante Nigeria, Gracia, Corea y México no brillaron ante su rival de más pergaminos; y eso es culpa del conjunto, técnico y jugadores.

Maradona se equivocó en la convocatoria de algunos, en la alineación de otros y en los cambios; pero ¿cuál técnico no ha cometido errores?, ¿el de Holanda que por poco embolata el juego ante Eslovaquia con sus cambios?, ¿el de Uruguay que dejó en Montevideo al Cebolla porque debía dos fechas de sanción?, ¿o el de Alemania que no supo manejar el partido ante Serbia?, para poner de ejemplo solo a los semifinalistas. Eso sí, en lo que no se equivocó, y eso se lo tendrán que reconocer quienes lo critican es en la filosofía del juego. Su propuesta fue generosa. Fútbol alegre, dinámico, ofensivo y punzante. Horrible en defensa, pero suelto en ataque. Respetó la filosofía del fútbol argentino, con técnica, talento y goles; pero falló en lo estratégico, su equipo fue desordenado y sus decisiones no fueron acertadas.

Hoy queda la imagen de Tévez cual toro de casta que agoniza ante la punzada mortal; la de Di María, con garra y ganas pero sin malicia; la de Messi, sin magia; la de Argentina, con desaciertos pero con “huevos”, como dicen allá. Entre otras, si de eso se trataba, ¿por qué Verón, el que más tiene, no estaba en la cancha? También queda la imagen de un rival muy serio, candidato al título, que desnudó todas las falencias del equipo de Maradona.

Le apostó todo a la motivación y nada a la estrategia. A Diego le falta escuela de técnico. A Messi le faltó fútbol para ser un Maradona. A Argentina le faltó humildad en la cancha. A los argentinos les faltó fe. 20 años, es decir, cinco mundiales, completó Argentina sin semifinales. Se fue Humillado. Recibió su segunda goleada en la historia de los mundiales. Lo cierto es que dentro de cuatro años, seguramente, los argentinos nos harán volver a soñar.

Ah, y ¿dónde quedó el denominado “poderío latinoamericano”? en el fútbol las verdades son de un día.

1 comentario:

  1. Jhon Jaime, la experiencia que tenés en distintos campos profesionales es indiscutible; la buena prosa que manejás, ¡tampoco se pone en duda!
    Alemania ganó por goleada… ¡indiscutible argumento! Sin embargo, algo por encima del futbol, y que comienza a convertirse en una filosofía suramericana (al margen de Brasil): no sabremos mucho de magia futbolera ni de pases magistrales, pero sabemos de “huevos”. Alemania podrá poner otra estrella en su remera, pero nunca tendrán alguien con el perfil de la Peluza, bien o mal, polémico y arrogante, ¡pero nunca lo tendrán!
    Los alemanes son un buen equipo, organizado, estructurado y con el esquema arraigado entre ceja y ceja, pero tiene el mismo defecto de Brasil: hacerles un gol equivale a tres goles y se les desorganiza su plano cartesiano para reorganizar el juego. Los suramericanos –bajo la filosofía popular mencionada- morimos en la cancha como los árboles y hasta el pitazo final, pero sin la idea de tener un esquema anulado. Se pierde porque toca o porque el otro jugó mejor.

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