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martes, 6 de julio de 2010

Túneles y chilenas en África (20)

EL PECADO DE LA IDOLATRÍA
Por Diego Alonso Sánchez Sánchez
Los argentinos no pueden perder su norte, no pueden jugar a idolatrar a Maradona so pena de caer en un abismo futbolístico que los lleve al desastre. Ningún suramericano como los gauchos vive más el fútbol, lo respira tanto; los jugadores de fútbol son tanto o más producto nacional que los churrascos. Y por eso mismo no se pueden equivocar apoyando a Diego como seleccionador nacional. Lo sucedido en Sudáfrica confirma que para ser técnico, buen técnico, se requiere, además de ser testarudo, por lo menos 5 años de fracasos.

La eliminación de Argentina a manos de Alemania no sólo mostró la superioridad en la cancha de un grupo de jugadores con sistema, ordenamiento táctico y oficio, frente a otros de gran calidad pero sin brújula ni argumentos. También evidenció que la diferencia se hace también en raya, allí donde se ubica quien tiene que dar luz a los jugadores, quien les debe orientar el camino a tomar en los momentos difíciles: el técnico. Después del primer gol teutón, Maradona se veía sorprendido y asustado, pero cuando llegó el segundo, era penoso verlo sin saber qué hacer, sin argumentos para tratar de cambiarle la historia al partido. En los momentos en que el partido necesitaba que le metieran la mano el entrenador, no había quién.

Es cierto que Diego es uno de los más grandes futbolistas que ha dado la historia; para muchos, el mejor de todos. También es innegable que un técnico debe ser un motivador y debe tener ascendencia en los jugadores. Pero pasar del vestuario a la cancha de un día para otro es un error demostrado con miles de ejemplos en todos los rincones del planeta. La labor de un técnico debe ser tanto motivacional como estratégica, y esto último se aprende mirando el fútbol desde afuera, analizándolo y recorriendo un camino largo en las pistas atléticas que rodean los estadios o en las canchas de barrio y barro. No basta con que le admiren por lo que fue, le deben respetar y seguir por lo que es. Además, como en cualquier profesión, a dirigir se aprende dirigiendo.

Razón le asistía a uno de los grandes comentaristas deportivos argentinos cuando dijo que si la selección de Maradona quedaba campeona mundial, había que romper todos los libretos de los técnicos del mundo. Esa frase, que la recogió un periodista colombiano, demuestra lo que muchos no se atrevían a decir por respeto al ídolo, que le faltaba aprender como técnico. Y la eliminación de Sudáfrica, cuando por primera vez enfrentó a un equipo grande, confirmó que tenía razón el comunicador.

El fútbol argentino merece mucho más que una idolatría equivocada, debe trascender la imagen de un ícono, por más que gloria éste le haya dado a la nación. Y así como le tocó esperar y aprender antes de hacerse grande en la cancha como jugador, deberá esperar, caminar y aprender para que pueda escribir otra gran historia como entrenador del seleccionado argentino.

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