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jueves, 8 de julio de 2010

El mundial desde la casa (28)

EL MUNDIAL EN LOS TENTÁCULOS DEL PULPO
Por Jhon Jaime Osorio

Es tan malo el nivel de las individualidades en el mundial que la gran figura ha sido Paul, el pulpo que predice los resultados. Lionel, Cristiano, Robinho, Kaká y muchos más, que llegaron precedidos del reconocimiento público por las actuaciones con sus equipos, tendrán que hincarse ante el verdadero rey del mundial, un molusco británico adivino, hospedado en un acuario alemán, que increíblemente anunció antes de los partidos los seis resultados del equipo germano hasta el momento.

Para los escépticos como yo en temas de brujería, fetichismo, adivinos, extraterrestres y asuntos paranormales, lo del pulpo no pasa de ser una casualidad, una producción de la imaginación popular, un fenómeno inflado por los medios masivos y un montaje, de carácter circense, que ha tenido un éxito desbordado gracias al desastre futbolístico que hemos visto durante un mes.

Paul fue el pretexto ideal para ocultar los defectos futbolísticos de Inglaterra, de Argentina y finalmente de Alemania. Sirvió de efecto terapéutico para descargar el odio, la rabia y la impotencia de los alemanes tras la derrota de su equipo en una semifinal por segundo mundial consecutivo. Es el tema de moda en el mundo; pues nadie habla de fútbol sino que todo el mundo habla de Paul. El molusco es la verdadera cortina de humo que necesitaba la FIFA para ocultar los graves errores arbitrales, la pobre preparación de los equipos, el cansancio de los jugadores y el pobre nivel de este mundial.

Gracias a Paul, muchas cosas pasaron de agache, fueron obviadas en medio de la euforia por el animal adivino. Como toda magia, los aciertos de Paul deben tener un buen truco. Podría ser sencillo como el lado del que ponen las cámaras, las luces o la gente; tal vez más complejo, como el tipo de alimento en cada cajón, el color o el brillo de la bandeas; o algo más volado podría ser un aprendiz de Acuamán que le esté enviando señales con la mente y lo dirige al lugar donde debe hacerse. El señor Blatter y los demás señores que aparecen en los palcos en todas las transmisiones de tv, deben estar felices de ver al mundo embobado con un octópoda, mientras ellos cuentan los ingresos millonarios que les deja el mundial y le echan tierrita a las grandes problemáticas del fútbol que se evidenciaron en Sudáfrica 2010.

El famoso cefalópodo ya tiene su propia página web (www.elpulpopaul.com). En Facebook y otras redes sociales es una celebridad. Tiene clubes de fans y ha generado todo tipo de campañas para salvarlo, exiliarlo, nombrarlo técnico de alguna selección y hasta para convertirlo en ceviche. Es más famoso que el doctor Octopus, aquel que enfrentó al hombre araña.

Insisto en mi escepticismo. No le he creído al pulpo, ni le creo al loro que apareció hoy. No le creo a los brujos africanos, ni mucho menos al mago Lorgia que dejó la urna cerrada en Bogotá con el ganador del mundial. No creo en predicciones y menos en las que se hacen en el fútbol, un deporte cuyo encanto es precisamente la posibilidad de que cualquier cosa pueda ocurrir. No creo que quien gane una de las famosas “pollas mundialista” sepa más de fútbol que los demás; jugar a acertar el marcador entretiene, pero no forma. El fútbol no es de pulpos, sino de hombres; y por ende, de errores, no de adivinanzas.

El vidente no es el pulpo, sino el que montó todo este show que ya empieza a fastidiar. Para mí, no hay milagro natural, sino una serie de coincidencias que nada tienen que ver con el juego del balompié. El mundial debió jugarse en las canchas de Sudáfrica, pero como a quienes fueron a jugarlo el espectáculo les quedó grande, se terminó jugando en los medios. A todas estas, ¿qué dirá el pulpo?

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