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martes, 6 de julio de 2010

Túneles y chilenas en África (19)

UN MUNDIAL SIN MAGIA…

Por Diego Alonso Sánchez Sánchez
Desde que tengo uso de razón amo el fútbol; por la pasión que despierta, por el arte que conlleva y por el lenguaje poético que lo acompaña. Nada más hermoso que una pared bien diseñada, un túnel o caño espontáneo, o una chilena que infle la red; nada más sublime que un gol, que, parafraseando a Camus, es el orgasmo de este juego. Y adoro los mundiales porque los considero la máxima expresión de ese arte deportivo. Es más, los ansío desesperadamente, como el joven aquél que espera impaciente la llegada de su chica a la primera cita.

Pero una de las cosas que más me han gustado siempre de los mundiales son sus figuras, los artistas de la pelota, de la gambeta, del pase perfecto o de la definición exquisita. Y Sudáfrica deja pocos, casi nada, nada… Todos esperábamos las cabriolas de Messi con el balón casi atado a su pie izquierdo, la exquisitez de Luis Fabiano para definir, y los tiros libres de Cristiano Ronaldo, con balones que describen en el aire parábolas indescifrables para los porteros. Pero esos sueños del balón no se cumplieron. Del argentino, sólo dos o tres jugadas que no terminaron en la red e hicieron que, por aquellas injusticias del fútbol, se marchara sin pena ni gloria; del brasilero, un gol fantástico, pero manchado por dos manos gigantes e invisibles para el árbitro; y del portugués, unas fotografías muy bien tomadas para varias campañas publicitarias.

Al mundial le faltó magia, de la buena, de la verdadera, de la que hacen los hechiceros del balón; aquellos que sacan de la nada polvos mágicos y convierten un simple deporte de once contra once en el éxtasis total de miles de millones. Los que nos hacen arrodillar de la emoción, maldecir hasta el cansancio y pelear con las señoras. Pelé, Maradona, Messi, Ronaldiño, Platiní, Zidanne…

Por lo visto hasta el momento, no quedan muchas esperanzas de que aparezca un nuevo mago que saque del sombrero cualquier fantasía redonda. Así que nos tocará conformarnos con la precisión de Klose, la picardía de Forlán, la efectividad de Robben y el oportunismo de Villa. Pragmatismo en lugar de virtuosismo.

En términos poéticos, nos queda la opción de leer sólo prosa futbolística expresada en el juego colectivo y práctico, porque los que podían aportar el verso, el poema y la métrica ya terminaron de escribir su historia en el libro de Sudáfrica 2010. Los que podían ponerle una cadencia distinta, una rima diferente; los que podían trazar páginas épicas, así fuera con sus pies, ya están como dice mi amigo Jhon Jaime, viendo el mundial desde la casa.

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