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martes, 6 de julio de 2010

El mundial desde la casa (26)

CON LA GARRA CHARRÚA EN LA RETINA
Por Jhon Jaime Osorio

Es injusto no hablar de Holanda que ya está en la final, pero la verdad, esta tarde la garra charrúa se me quedó en la retina. Hoy comprendí visualmente, con el mejor ejemplo, qué es lo que tienen los uruguayos que históricamente han sido siempre difíciles de superar.

La garra charrúa no es dar zapato como dicen las abuelas “sin ton ni son”, no significa ser extremadamente fuerte, no se trata de jugar al borde del reglamento. De eso no se trata. La verdadera filosofía del juego uruguayo es una sencilla mezcla entre fuerza testicular y amor propio. Uruguay juega con la vitalidad de un equipo de barrio y con la una humildad única. Respeta a sus rivales y trata de ganarles legalmente, sus jugadores demuestran profundo respeto y amor por la camiseta de su país, y en cada partido luchan cada balón como si de él dependieran sus vidas. En este mundial, si algún equipo dejó en la cancha todo lo que tenía, fue Uruguay. Los celestes no están en la final porque su fútbol no les alcanzó para llegar, porque no tenían más.

Uruguay vendió cara su derrota; perdió con honores, aunque el verdadero honor está en la victoria. Los uruguayos recuperaron sus raíces, hicieron gala del orgullo, jugaron con el corazón, como verdaderos guerreros. Reivindicaron su historia. En los últimos minutos del partido hicieron ver muy mal al único equipo invicto del torneo. Es cierto que a los celestes les faltó magia, les faltó talento, pero con su orden y su garra enredaron a Holanda, uno de los finalistas.

La denominación charrúa hace honor a la única tribu organizada que existía en Uruguay cuando se firmó la primera constitución en 1830; y que por decisión del gobierno fue aniquilada. Fue una tribu cazadora y guerrera, exterminada por los colonos. De esa bravura los uruguayos de hoy no heredaron nada, pero su bravura y su nombre fueron reivindicados en el fútbol, actividad humana propia para reivindicarlo todo.

Suena curioso hablar del tema, cuando se supone que todos los jugadores del mundo, todos los equipos, deberían jugar con pundonor; con esa garra charrúa; pero no es así. Ganas, garra, cojones o guevas; de eso tampoco se vio en el mundial. Sólo Uruguay nos dio una lección de lo que es tenerlas bien puestas para jugar al fútbol.

Hoy el mundial nos dio otra lección: los destellos individuales y dos errores arbitrales decidieron más que el corazón, las ganas y la historia. Bueno, en estas dos líneas hablé de Holanda, digno finalista para un mundial así, intermitente.

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