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lunes, 5 de julio de 2010

El mundial desde la casa (25)

DE LOS CUATRO QUE QUEDAN, ME QUEDO CON ALEMANIA
Por Jhon Jaime Osorio

El primer mundial de que tengo un claro recuerdo es el de Argentina 78. Lo vi por televisión, en blanco y negro, cuando apenas tenía 10 años. Nombres de estadios, de equipos y de jugadores se me cruzan en el recuerdo. En tres los que jugaban me despertaron el interés por el fútbol El matador Kempes, el loco Fillol, Rensembrink, Bertoni, Passarella, Luque, el Beto Alonso, Platini, el italiano Bettega, el húngaro Toroszik, Jhony Rep y un francés de apellido Tresor. De los escenarios, me marcó el Gigante de Arroyito. Y de los equipos, me llamaron la atención la llamada “Naranja Mecánica” y el onceno de Alemania Federal, que de entrada le propinó un 6 – 0 a México con el que me conquistó; luego en la ronda semifinal, que se jugaba por grupos, empató en 2 – 2 ante Holanda en el que para mi recuerdo fue el mejor partido de ese mundial. No llegó a la gran final, pero desde ese mundial, gracias a Overath, Müller y Beckenbauerk, Rummenigge, Abramciz y hasta a Berti Vogts (que metió un gol en propio arco que significó la eliminación), siempre he tenido admiración por “el equipo germano”, por ese “onceno teutón”.

Desde entonces, he visto a Alemania como un equipo aguerrido, tranquilo, frío, calculador y eficiente. Un onceno con carácter, mística, espíritu, fuerza, táctica y mucho orden. Lo he definido siempre como un onceno práctico. Esta vez, en Sudáfrica, no es la excepción. Eso sí, a todo lo anterior le agregó una perfecta combinación de talento y juventud, ingredientes que escasearon en este mundial. Es un equipo equilibrado en todas sus líneas: tiene un arquero serio, una defensa sólida, un medio campo de lujo y dos goleadores netos. Su técnico se la jugó con el joven Ozil como reemplazo de su estandarte Michael Ballack, el indiscutible líder del equipo, y descubrió al jugador revelación del mundial. Klose, que era el más discutido por la prensa, les tapó la boca a todos y está a un gol de pasar a la historia. Y como si fuera poco, encontró en Lahm y Schweinsteiger, la pareja de recuperadores del Bayer, la claridad en mitad de terreno.

Alemania es uno de los grandes. Siempre ha sido protagonista, siempre ha sido candidato al título y siempre ha estado en el marcador. Ha jugado siete finales y las cuatro veces que no pudo ser campeón le complicó la final a su rival; tal vez es una nación que se acostumbró en todo, hasta en el fútbol, a vender caras sus derrotas.

Lo de Alemania es lo que realmente se puede llamar “proceso”. A su técnico Joachim Löw, segundo al mando del equipo después de Jürgen Klinsmann en el mundial pasado, le dieron el voto de confianza cuando cayó en la semifinal del mundial realizado hace cuatro años en su país. La fórmula de este exdelantero es sencilla: que Alemania juegue a lo que históricamente siempre ha jugado, con un fútbol de bloque, de fuerza y de orden, pero más ofensivo y adobado con una buena dosis de talento.

No cualquiera le marca cuatro goles a Inglaterra en un mundial; también es escaso el que logra la misma cifra ante Argentina. Si me apuro, puedo decir que también es raro encontrar un onceno que le haga cuatro goles a Australia, de hecho Alemania fue el único que lo consiguió en este mundial. Ahora, conseguir tres veces cuatro anotaciones en un mismo mundial, teniendo en cuenta los rivales mencionados, y considerando que este ha sido el mundial con peor promedio de gol en la historia, sí que es una verdadera hazaña.

Alemania tiene la convicción de que va a ser finalista. Tiene el fútbol de siempre, pero pulido con la técnica y el talento que caraterizó a Surámérica durante tanto tiempo. Ellos quieren jugar como nosotros y tienen tres semifinalistas. Nosotros queremos jugar como ellos, y solo tenemos al que conservó su estilo. El partido de semifinal ante España es la revancha de la final de la Eurocopa. Yo ya lo vi campeón una vez, en el 90, lo he visto siempre como favorito y me gustaría volverlo a ver en una final… por qué no, ante Uruguay.

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