Por Jhon Jaime Osorio Osorio
Mi relación con el deporte nació el día de mi primera comunión. Mi incomodidad con el smoking color guayaba que me compraron para la ocasión y el oso que hice cantando "Publito viejo" abriendo plaza en el concurso de canto que e inventó mi tío Jaime para entretener a los niños, quedaron atgrás esa misma noche cuando al abrir los regalos descubrí un curioso balón que sonaba.
Aquel radio - balón me acercó al fútbol, al boxeo y al ciclismo con las transmisiones en directo, me metió al mundo de los mass media a mis escasos ocho años de edad y se convirtió en mi cómplice de muchas fantasías y sueños poco propios de la edad. Eso sí, debo reconocer que ese radio fue el único balón con el que pude jugar hasta los 11 años de edad, pues al sentido sobreprotector de mi mamá no le cabía en la cabeza que uno de sus cinco hijos se expusiera a un golpe, una caída, un codazo o algo tan peligroso a lo que se expone un niño, según ella, cuando sus padres no están pendientes.
El ciclismo me apasionó por las narraciones radiales de Perea, Rubencho, Carlos Arturo Rueda, Arrastía y Urrego, pero mi sueño de ser un Rafael Antonio Niño o un Cochise Rodríguez se frustró cuando tenía 10 años y el niño Jesús de mi casa trajo el regalo por la modalidad de paquete. la monareta que nos trajo en aquel diciembre para los cinco hermanos Osorio Osorio, rápidamente fue motivo de peleas y luchas de poder, al punto que dos meses después mi papá tomó la sabia decisión de rifarla y de paso, aplazó casi 14 años mi posibilidad de aprender a montar y salir a rodar sobre ruedas por las calles.
A los 11 años me matricularon en el Liceo Nacional Marco Fidel Suárez, un liceo que en esa época era cantera productiva de socialistas, tirapiedras, buenos estudiantes y basquetbolistas. Y clasifiqué para las cuatro cosas.
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